El programa de privatizaciones francés comenzó en 1986,
aunque fue temporalmente suspendido en 1987 debido al bajo índice de la bolsa;
este programa ha sido uno de los más importantes a nivel mundial, tanto por el
volumen vendido como por el número de empresas privatizadas. La participación
en el PNB de las empresas públicas ha pasado del 8,5% al 5% en quince años.
La masiva privatización realizada en Francia en tan corto
espacio de tiempo provocó ansiedad en los círculos financieros por la absorción
del gran volumen de nuevas acciones en la Bolsa de París, que recibió masiva
respuesta por la expectativa de rápidos beneficios debidos a la infravaloración
en el precio de venta de las acciones públicas en comparación con la percepción
del mercado.
Entre las disposiciones de la legislación francesa,
respecto de las privatizaciones, destaca un sistema basado en un núcleo duro de
accionistas que, a cambio de una prima, aceptan mantener sus acciones por un prolongado
periodo de tiempo y esperan ejercer algún control gerencial sobre la sociedad,
además de suponer un mecanismo de defensa ante ofertas de adquisición hostiles.
El estudio realizado por Alexander y Charreaux (2001),
utilizando 23 empresas privatizadas mediante oferta pública de venta y un
horizonte temporal de 7 años, pone de relieve la influencia notable de las
privatizaciones en el rendimiento y la conducta financiera de las empresas
privatizadas; así, tras la privatización, aumenta la rentabilidad económica y
financiera, la productividad y los dividendos. Por otra parte, el número de
empleados permanece estable.
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